Donald Trump retratado
En la última reunión de
esta humilde Taberna do Croio, Marcela, una de las componentes de la cofradía y
de la misma edad que el ya electo presidente americano, realizó un retrato de
Donald Trump que tras reírnos lo nuestro, acordamos que la descripción era
acorde con el pillastre millonario: “La grotesca caricatura de un presidente, dijo,
con cara de calzoncillo de media pierna y recordando a un hortera chulo de
playa de los años sesenta del pasado siglo”. Todos los componentes dijimos
amén.
Y ya más seriamente
acordamos que la legislatura, si el conjunto de electores la confirma para
diciembre, tras la revolución posterior de las masas tomando las calles de las
grandes ciudades de EE.UU. no impiden tal nombramiento. De iniciarse la legislatura
con un personaje así recusado, la verdad es que en esta taberna no le auguramos
al señor Trump seguridad alguna. EE.UU. tiene en su historia reacciones contra
un presidente problemático o que sencillamente no gusta, de un calado trágico
que aquí no queremos nombrar, “non vaya a ser o demo”. Este señor ha ganado las
elecciones más que por méritos propios que en ese ámbito no se le conoce
ninguno, por el demérito de la candidata demócrata, quien desde su papel de
primera dama, con el asunto Mónica Lewinsky que tanto la trastornó como esposa
ridiculizada ante el mundo. Desde entonces, dentro de su contenida aunque
profunda rabia, se propuso demostrarle a su marido que ella podía ser
presidenta del país. Yo siempre pensé que jamás lo conseguiría. No solo fue así,
si no que lo peor es que su recalcitrante proceder coadyuvó al desastre al que
ahora se enfrenta el país. Nunca la quisieron debido a su carácter y arrogancia
de niña repelente, con inesperados gestos de ordinariez profunda y arrebatada
durante la campaña. Su tipo de inteligencia aplicada no basta para conseguir el
favor de una ciudadanía precarizada y humillada. No supo estar a la altura de
la dignidad y equilibrio que se espera de una dama con tales aspiraciones.
Y totalmente de acuerdo
con el retrato trumpero de nuestra compañera Marcela, y lo ampliamos con los
calificativos de vulgar y estrafalario.
Eduardo Fernández Rivas.
Lugar de Fiunchedo-Sada;
12-11-2016
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