jueves, 1 de septiembre de 2011

JESUCRISTO EL JUDÍO



Obra de Rivas:
Título: Jesucristo resucitando entre Judas y Pilatos
técnica: óleo S/lino
Medidas: 73x60 cm.
Año: 2009
Colección: "VIUDAS DE DIOS"

JESUCRISTO EL JUDÍO: BREVE HISTORIA DE SU AZAROSA VIDA EN UNA INTERPRETACIÓN JOCOSA Y VERSEADA, QUE NO FALSEADA


Decía Jesucristo:
Disfruta del pisto
Y no te cases si eres listo.
Yo, que yací con Magdalena
Y con alguna que otra nena
En libertad bien amena;
Libre de femenil mangoneo,
Sin matrimonio ni empleo
Del abstruso papeleo
Disfruté del delirio y devaneo
Con los amigos varones
En bien proveídos figones,
De juergas, borracheras,
E inolvidables cenas.
En la última me pillaron
De madrugada y borracho,
Y para disimular las verbenas
Nos fuimos desperdigando,
Y aunque medio mareado
En un huerto me hallaron
Vomitando un camarón
Que en mala condición
Se me coló de rondón
En aquel plato marrón
Proveniente del fogón.
Me agarró la romana policía
Quien me arrastró por la vía.
Que por escándalo público
Me llevó a la prevención
Tratándome de maricón.
Mis amigos me negaron
Por un miedo descarado.
Y así, solo y abandonado,
Entre judíos y romanos,
Y bien atadas las manos,
Castigado por altercados
Y por locuras etílicas
Y sustancias psicodélicas,
Que me hacían decir
Barbaridades sin fin
Con porte bien altanero:
Que yo era rey de no se donde
E hijo de no se quien.
Por un dios puse a mi padre
Y por su barragana a mi madre,
Al modo de un Zeus pagano
Es este dios casquivano
De judíos veterano.
Al carpintero José,
Como al tonto Josué
De cuernos lo coroné.
Tantas locuras armé
Que arrogante con Pilatos
El prefecto de romanos,
Quien disfrutaba comiendo
Me arrojó dos de los platos
Que dieron en mi cabeza
Espesa como una berza.
Para recuperar la razón
Perdida de tal colocón
Me dieron un palizón,
Que siendo la cosa peor
Arrogándome reinos propios
Y divinos territorios,
Acabé clavado en la cruz
Teniendo a cada lado un ladrón,
¡La compañía adecuada
Por ser yo otro lambón!
Pero la culpa fue de mi madre
Que siendo yo casi un adolescente
Me hizo creer de repente
Que habría de tener poder
Y convertir sin temer
El agua sin aliciente
En un vino chispeante,
Delicioso y bien ardiente.
En las Bodas de Caná
Gente viene y gente va,
En cuadrigas relinchadoras
Y en las humildes bigas
Bebiendo del alegre vino
Dándole al cazo sin tino,
Y un aguado calimocho
Que llegó tras el despacho
Del último garrafón
Del que exprimieron el tapón.
Y habiendo un trasiego tal
Del vino trascendental
Sucedió aquel incidente:
Encontrándome presente
Y habiendo faltado aguardiente
Y el vino más excelente.
Fue cuando mi madre dispuso
Mareada como un huso,
Que semejaba un onagro,
Que yo obrase el milagro
De convertir el agua en vino,
Y que habiendo de ser el más fino
Quedé desde entonces divino.
Mi nombre y aquel prodigio
Tanta fama me trajeron
Que desde entonces me llaman:
¡Jesucristo el vinatero!
Y tanta afición le cogí
A un caldo tan bullanguero
Que libo más a menudo
De lo que conviene al mundo.

Pero volviendo al matrimonio
Y siendo tema del demonio
El obligar a las gentes
Que mediante un documento
Ante dioses y ante gentes
Se queden sin el mejor patrimonio
Que es la libertad sin estorbos
Ni veleidosos contratos
Que esclavizan a las partes;
Y al hombre, fogoso de natural
Atrapado aún más por sus partes.

Si fue por orden del papa Siricio
O por el Concilio de Trento que el clero permanezca soltero,
O más bien célibe y bullanguero,
Ha sido buen argumento
Para que disfrute el clero
Así libre y bien contento
Del placentero himeneo
Sin papeles de por medio
Aunque con fruición practiquen
Las cosas del oculto perineo
Y de su vecino el del meo,
Alegres y bien contentos
Mientras leen un tebeo
Que la beata les da
Mientras le hacen el meneo.
¡Que se casen los tontos!,
Los torpes y los idiotas,
Que se verán enseguida
Sumisos a sus mujeres,
Más que perros obedientes,
Caprichosas e indiferentes,
Que les han de proveer de cuernos,
Ya de hecho o en pensamientos
A las primeras de cambio
Con altisonantes truenos.

Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo; 01-09-2011